En lo que sin duda pasará a la historia como uno de los más grandes fiascos perpetrados a nuestros derechos a la libre expresión, el gobierno francés ha decretado que efectivo inmediatamente se prohibe mencionar en TV y Radio las palabras “Twitter” y “Facebook”, salvo la excepción en que una de estas empresas esté directamente involucrada explícitamente en una noticia.
Eso significa por ejemplo que si tienes un programa de TV o Radio, y quieres que tu audiencia te siga en uno de estos portales sociales, que tienes prohibido mencionar “Twitter” o “Facebook” y tendrás que ingeniarte una forma alternativa de decirlo.
Esta estupidez (pues honestamente no hay otra forma de decirlo) viene por parte del gobierno como una manera de “proteger” a los portales sociales de menor envergadura que estos dos titanes. Aparentemente los totalmente fuera de órbita funcionarios del gobierno que han logrado pasar esta tontería creen que le hacen un bien a la humanidad impidiendo la libre competencia.
Sin embargo, detrás de todo esto hay algo más, algo que todo el mundo sabe y no todo el mundo habla abiertamente (y me excuso con mis lectores franceses, mi ira va dirigida en realidad al gobierno francés, no al pueblo francés): Por años el gobierno francés se ha embarcado en una propaganda tras bastidores para tratar de frenar todo lo que provenga de estados unidos y que afecte su cultura, iniciando por el idioma inglés, el cual en el siglo pasado ha desterrado al francés como el idioma universal. Esta práctica la han extendido además a todo tipo de expresión artística y comercial.
Así que creo que esta medida no tiene absolutamente nada que ver con “proteger a los portales sociales más pequeños”, sino que simplemente es una medida para proteger a los portales sociales franceses de los portales sociales estadounidenses. Tan simple como eso.
Noten que toda nación tiene derecho a proteger sus mercados, eso lo entiendo tan bien como cualquier otra persona, pero esta medida es sencillamente absurda, ya que literalmente viola los derechos de expresión que irónicamente han sido defendidos con mares de sangre por los mismos franceses por siglos.